Hace 5.000 años Caral, la ciudad más antigua de América, ubicada a 150 kilómetros de Lima (Perú), ya intentaba ser una ciudad sostenible y sus ciudadanos tenían una marcada conciencia ambiental.
Caral se ubicó en la parte más alta del valle, algo que les otorgaba una clara ventaja estratégica, además de evitar las inundaciones y las invasiones de mosquitos. Algo más abajo se ubicaban sus cultivos, en las tierras más fértiles, regadas por el vecino ríos Supe, del que lograban evitar sus periódicas crecidas gracias a la posición elevada de la ciudad.
Todo ser humano necesita del agua para vivir y los caralinos no eran una excepción, por ello pusieron en práctica la técnica conocida como “amuna”, que consiste en canalizar el agua de las lagunas de las partes más altas de los Andes, para filtrarlas a través de grietas a los espacios más bajos y que los manantiales (“puquios”), siempre tuviesen las reservas de agua necesarias para el consumo humano.
Se trata de un lugar semidesértico en el que el agua no es abundante y en el que hay que racionar tanto la comida como la energía, de ahí que el manejo de las cuencas de los ríos y el almacenamiento tanto de agua como de alimentos conviertan a Caral en la primera ciudad sostenible de la historia.
Ya en su tiempo los caralinos conocían las catástrofes naturales y más de una vez se tuvieron que enfrentar al fenómeno hoy día conocido como El Niño. Eran capaces de detectarlo por la aparición de ciertas especies animales cómo sapos o grillos.
También sabían utilizar la energía derivada del viento y del fuego para cocer los alimentos y crear los lugares sagrados para sus habitantes. De hecho, eran conocedores del Efecto Venturi para reducir la presión de un fluido (en este caso del viento) al pasar por un conducto de diámetro menor.
Esta “ciudad eterna” ha resistido el paso de los siglos y un sinfín de terremotos gracias a su construcción piramidal y al uso de las “shicras”, bolsas de piedras envueltas con cuerdas que al producirse el movimiento del terremoto disminuyen su impacto sobre el terreno.
Caral es un maravilloso ejemplo de lo que eran capaces nuestros ancestros, posiblemente con mucha más conciencia medio ambiental de la que tenemos en la actualidad. Si quieres formarte en cuestiones relacionadas con las gestión ambiental , nuestro Máster Internacional en Ingeniería y Gestión Ambiental está especialmente diseñado para ti.
Fuente: El País