La contaminación del suelo se produce por compuestos sólidos o líquidos que se filtran debido a fugas superficiales o subterráneas de depósitos, tuberías o también por vertidos, mala acumulación de residuos, accidentes, etc. Estos compuestos pueden ser entre otros, derivados del petróleo, PCB´s, metales pesados, o en el caso de la agricultura el uso excesivo de pesticidas y herbicidas. El problema se agrava cuando la contaminación alcanza las aguas subterráneas, quedando inutilizadas para consumo humano o para riego.
Con la población mundial en constante aumento, las necesidades de suelo para usos agrícolas, industriales y urbanos se incrementan, por este motivo es importante la reutilización de los suelos contaminados y evitar la ocupación nuevos suelos que inicialmente no estaban alterados.
La mayoría de las legislaciones en materia de suelos, priman la recuperación de los suelos contaminados en vez de destruirlos en vertederos controlados, opción que solo se considera en el caso de que otros tratamientos no garanticen la descontaminación.
Para la elección de una técnica de recuperación u otra se suelen considerar los siguientes factores:
Las diferentes técnicas de descontaminación de los suelos suelen clasificarse dependiendo de la manipulación del suelo y del lugar donde se procederá al tratamiento:
- Técnicas “in situ”: El tratamiento se aplica desde la superficie, sin que sea necesaria la excavación del suelo.
- Técnicas “on site”: El suelo es excavado y tratado en el mismo el emplazamiento. Después del tratamiento suele depositarse en su ubicación original.
- Técnicas “off site”: El suelo es excavado y transportado para su gestión final en instalaciones autorizadas.
La remediación de los suelos contaminados tiene por delante un amplio espectro de desafíos. Entre ellos, la diversidad de los tipos de contaminantes, la mejora del rendimiento de las técnicas de descontaminación que en muchos casos son laboriosas y lentas, o los daños a los ecosistemas que provocan las técnicas que aplican procesos químicos y térmicos.
Autor: Jorge Marcos Filgueira, profesor del Máster Internacional en Ingeniería y Gestión Ambiental