Uno de los apartados más notorios en cualquier curso de estructuras es el relativo al estudio de las acciones del viento para su posterior introducción en el modelo de cálculo.
Una de las acciones más comprometidas en su disertación es la del viento, ya que la presión que se asume como carga viene provocada por un gas invisible en movimiento, cuya presencia en intensidad y dirección es una variable inquieta, sujeta a las variaciones climáticas y que azota de manera distinta a lo largo y ancho de la estructura.
Para poder acotar esta acción, tanto cuantitativa como cualitativamente, las normas dan unas pautas de cálculo de la presión del viento que puede actuar en diferente dirección y resultante por las distintas zonas de la estructura.
En los cursos de estructuras se emplean estas normas como bases de cálculo y en concreto, el Código Técnico de la Edificación español (CTE) establece, en función de la geometría del edificio, unas tablas para la cuantificación de la carga de viento por zonas de su envolvente. Y en este documento me centraré para explicar un incidente ocurrido cerca de donde resido.
El pasado 14 de febrero de 2016 buena parte de la Península Ibérica se encontraba en alerta por viento. No son frecuentes los vientos huracanados en este territorio, si bien cuando se prevén rachas que se acercan a los 100km/h ya se entiende que hay riesgo de sufrir daños materiales o incluso personales.
En la localidad de Don Benito (Extremadura) aún registrándose vientos que no superaban los 80 km/h se produjo un desprendimiento de algunas placas de cerramiento de cubierta (paneles sándwich) del pabellón polideportivo (afortunadamente sin consecuencias personales).
El desprendimiento se produjo concretamente en la faja de cubierta aledaña a la cara oeste del edificio, justo de donde procedía el viento aquel día.
Por tanto, este fenómeno sirve para ilustrar con la realidad la caprichosa distribución de las cargas de viento que se expone en la norma CTE y que concretamente según la geometría que presenta este pabellón, tiene este aspecto:
En el que se adjuntan tabulados unos valores de ponderación de la carga entre los que destaca el -2.4 de la zona Fsup (para una pendiente aproximada del 15%).
Valor que queda justificado por la acción más potente del viento en esta franja concreta que coincide con los desprendimientos del pabellón polideportivo.
Es lógico pensar que en los bordes y encuentros de los distintos planos de fachada de los edificios se produzcan los mayores vórtices que provocan las succiones más importantes.
Por este motivo, en un curso de estructuras ha de estudiarse, no solo la estabilidad global de la estructura, sino intentar llegar a detalles (siquiera de forma sucinta) como la fijación de las placas de cerramiento, pues no dejan de ser las primeras receptoras de las acciones variables exteriores.
José Cándido Guisado, profesor del Máster en Cálculo de Estructuras de Obra Civil