El agua en el tiempo

Ante la proximidad del día Mundial del Agua, 22 de marzo, hemos reflexionado sobre los usos y enfoques que a lo largo del tiempo ha tenido este recurso imprescindible para la vida en nuestro planeta y que la humanidad ha querido tener bajo control. Desde los albores del tiempo, todas las culturas han reflejado la importancia del agua en su desarrollo. Ninguna de las civilizaciones hubiera alcanzado el apogeo conseguido si no se hubieran basado en una primera cultura del agua.

En la civilización mesopotámica, el desarrollo exponencial y la situación entre los grandes ríos Tigris y Éufrates fueron clave para su expansión y colonización del resto del mundo. Este importante cambio gestado a orillas de estos ríos permitió el paso de la etapa paleolítica al neolítico con la aparición de grupos sedentarios y el cambio de paradigma de una vida nómada en la que el movimiento de la población se basaba en la finalización de los recursos de una zona, al sedentarismo y el inicio por tanto de la ganadería y la agricultura que permitiría la evolución en otros aspectos vitales.

En la civilización mesopotámica, el desarrollo exponencial y la situación entre los grandes ríos Tigris y Éufrates fueron clave para su expansión y colonización del resto del mundo. Este importante cambio gestado a orillas de estos ríos permitió el paso de la etapa paleolítica al neolítico con la aparición de grupos sedentarios y el cambio de paradigma de una vida nómada en la que el movimiento de la población se basaba en la finalización de los recursos de una zona, al sedentarismo y el inicio por tanto de la ganadería y la agricultura que permitiría la evolución en otros aspectos vitales.

Estudios geológicos y del Agua

Los estudios geológicos e hidrológicos, posiblemente mediante observación, previos a la implantación de las ciudades y la búsqueda de fuentes y nacimiento de ríos para garantizar el abastecimiento de los nuevos núcleos a implantar con las necesidades exigidas por sus estamentos sociales llegaban a rechazar zonas que no cumplieran las características necesarias para un óptimo de la vida tal y como estaba concebida en este momento de la historia. Las termas en este caso como punto de encuentro y lugar de realización de negocios y acuerdos, los abastecimientos en fuentes públicas y también en estancias privadas a los que llegaba el agua a través de sofisticados sistemas de abastecimiento que incluía sifones, válvulas y juntas a presión, complejos y largos sistemas de acueductos que conseguían llevar el agua desde lugares de surgencias, en los que la calidad de agua era excelente, hasta los puntos de consumo mediante la propia inercia de circulación del agua, por gravedad, sin el empleo de bombeos, ya fuese en lámina libre mediante canales o en presión, con tuberías completan parte de la cultura romana del agua.

Saneamiento

En cuanto al saneamiento, importante punto a tener en cuenta como principal elemento de salud pública óptima que lograba mantener a salvo de enfermedades infecciosas a la población, ya que se incorporaba un sistema también en lámina libre con circulación continua de agua, evitando de este modo las aguas estancadas. Todo ello, claro está, tras años y años de prueba y error. Sin embargo, alguno de estos logros se ha perdido en el tiempo. El cristianismo incorpora la cultura del agua a su culto y a sus enseñanzas. Pasajes como el Diluvio universal con la imagen de destrucción total a través de las fuerzas de la naturaleza en contraposición del dominio de Moisés sobre las aguas del Mar Rojo así lo incluyen. Y finalmente el propio rito de iniciación religiosa con el Bautismo en el que el agua es el elemento principal que purifica y permite la entrada.

Periodos

En periodos posteriores, prioridades de abastecimiento y saneamiento se desvanecen, junto al temor a procesos naturales, diluyendo principios de culturas romana y árabe. Las grandes arterias que necesitan un mantenimiento por el paso del tiempo se deterioran y abandonan por falta de atención. Las ciudades crecen en demasía y las dotaciones antiguas no son ya suficientes para mantener el suministro y por tanto la calidad de vida, que comienza a deteriorarse y a ser más precaria. En cuanto a los regadíos, los sistemas a manta romanos y árabes han llegado hasta nuestros días en muchos rincones del mundo. Es este aumento de población en zonas localizadas, por lo general entorno a los ríos, el que ha generado la atención de varios factores que se ven afectados de modo directo por el condicionante de la presencia del agua.

Caudales de Agua

La necesidad de incrementar los caudales destinados al abastecimiento de los lugares habitados. El abastecimiento está ligado a un saneamiento, con capacidad suficiente para dar salida a las aguas residuales generadas. La población necesita una alimentación que debe conseguir dar cobertura a sus necesidades por lo que los regadíos son cada vez más demandantes de agua. La superficie de terreno destinado a cultivos de todo tipo hace necesaria la optimización del recurso.

La energía que también demanda esta población para dar cobertura a esas necesidades básicas, cada vez mayores., también necesita una manera de optimizar el agua, puesto que la obtención de energía del agua es un recurso que no incluye un gasto del recurso en sí. De este modo la inversión en generación de energía hidroeléctrica se limita a la infraestructura de la central y de las redes eléctricas. Si bien es cierto que se trata de un recurso discontinuo, esto no evita insistir en un mejor aprovechamiento del mismo, en cuanto a la obtención de energía.

La demanda industrial de agua, frecuentemente prioritaria sobre el abastecimiento poblacional, destaca como un factor crucial que no debe ignorarse en la gestión hídrica.

La industria, en sectores como automotriz y textil, incorpora la huella hídrica para medir el agua utilizada en la fabricación de sus productos. Esto fomenta mayor conciencia.

En saneamiento, separar aguas pluviales, residuales, grises y negras impulsa nuevas alternativas. Esto incluye reutilizar recursos en servicios como el riego de jardines, promoviendo sostenibilidad.

Evacuación

La evacuación de aguas pluviales es una de las asignaturas pendientes y lamentablemente más de actualidad en estos tiempos. El crecimiento urbano ha incrementado la escorrentía, multiplicando los caudales que llegan a colectores y puntos bajos, afectando acuíferos debido a cambios geomorfológicos. Esto intensifica el impacto.
Las infraestructuras lineales alteran flujos naturales por represas en taludes. La insuficiencia de permeabilidad agrava la seguridad frente a lluvias extremas, intensificando sus efectos adversos

Es fundamental establecer bases de diseño precisas con protocolos estrictos para garantizar actuaciones seguras y evitar cualquier posibilidad de improvisación o incertidumbre. También debería pensarse en la incorporación de un mayor número de registros de lluvias y caudales para lograr modelos predictivos aceptables.

Zonas inundables

Definir zonas inundables con restricciones de ocupación y protocolos de emergencia claros. Incorporar limpieza de cuencas, drenajes transversales y obras que mantengan la continuidad del flujo. No podemos evitar que las fuerzas de la naturaleza actúen de la forma en que lo hacen. Con el agua lo intentamos, pero de vez en cuando no nos es posible. Es entonces prioritario que tratemos de evitar riesgos innecesarios y de poner en peligro vidas humanas y bienes materiales. Los estudios hidrológicos pueden ayudarnos a e lo, estableciendo los riesgos asociados a periodicidad de ocurrencia de eventos. Para infraestructuras en áreas de riesgo, se requerirán protocolos específicos, gestionados por autoridades designadas, para actuar según las etapas de eventos críticos.

La prioridad sobre las actuaciones deberá estar claramente delimitada con el fin de conseguir reducir lo máximo posible las pérdidas.

Autor: Begoña Labalde. Equipo I+D Eadic

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