Tras empezar lentamente a pasar página en Europa, es necesario plantearse la reactivación de la actividad y la economía considerando la nueva realidad que nos deja esta pandemia. El transporte público ha sido uno de los grandes damnificados de la actual situación.
Durante estos meses la pandemia ha restringido la movilidad y ha ido impulsando medios alternativos de transporte individual, movilidad peatonal, desplazamientos en bicicleta, el uso de vehículos privados con un solo ocupante… medios insostenibles a largo plazo en una realidad económica normalizada. Es necesario identificar ahora y comenzar a impulsar medidas para reactivar el uso del transporte público en estos momentos, y entender qué medidas de financiamiento y regulación son necesarias y cómo la tecnología puede ayudar a dinamizar y transformar el transporte público a estas nuevas necesidades.
La primera premisa para recuperar usuarios del transporte público es garantizar la seguridad con carácter inmediato, para recuperar la confianza de los usuarios. Se debe proteger a viajeros y conductores. Al mismo tiempo, se debe impulsar un plan de refuerzo y priorización que compense la inevitable pérdida de capacidad por las necesarias medidas de distanciamiento. Asimismo, estas restricciones de aforos y el distanciamiento generan un problema enorme de viabilidad financiera al transporte público, que es necesario abordar con valentía.
Es necesario hacer más eficientes y seguras las redes de transporte. Ya tenemos disponible tecnología para identificar pasajeros, manteniendo los aforos con niveles de seguridad adecuados, tecnología de pago sin contacto, sistemas inteligentes de análisis y transporte a la demanda… la tecnología en esta ocasión está disponible para ayudarnos a recuperar la situación previa y, en muchos casos, puede ser el momento de dar un salto al futuro.
Las autoridades de transporte en todo el mundo y los actores del sector nos enfrentamos a uno de los mayores retos a los que nos hemos enfrentado nunca, y solo medidas audaces podrán volver a situar el transporte público en una posición mejor que la de partida.
Regulación, carriles dedicados, aumento de velocidad de vehículos públicos para compensar la pérdida de aforo, preferencias de paso, fomentar el uso de ciclovías y empresas públicas de bicicletas, movilidad peatonal de cercanía, ajuste de oferta a la demanda, restricciones al vehículo privado, financiamiento y tecnología. ¿Qué hacemos? ¿Nos ponemos en marcha?
Autor: Julián Lara. Docente del Máster Internacional en Tráfico, Transportes y Seguridad Vial.