Como es bien sabido en el ámbito científico-técnico, los hidrocarburos son los compuestos orgánicos más simples y pueden ser considerados como las sustancias primordiales de las cuales provienen todos los demás compuestos orgánicos. De modo general, estos se pueden presentar en la naturaleza de dos maneras diferentes: en formas abiertas o cerradas y en formas lineales o ramificadas. Y atendiendo a la naturaleza de los posibles enlaces, que se puedan dar entre el carbono y el hidrógeno, se clasifican en dos tipos: aromáticos y alifáticos; y dentro de estos últimos en hidrocarburos saturados e hidrocarburos insaturados.
Por todo ello, los hidrocarburos saturados se pueden definir como aquellos hidrocarburos en los que todos sus carbonos tienen cuatro enlaces simples; considerándose al metano, CH4, como el más básico de ellos.
Sus propiedades físicas más notables nos hablan de que los cuatro primeros términos de la serie son gases, del propano al heptano son líquidos y del octadecano en adelante son sólidos. Sin olvidar, en ningún instante, que son insolubles en agua y solubles en disolventes apolares.
Y desde la óptica de sus aplicaciones, se puede afirmar que la fuente comercial de los hidrocarburos saturados es el gas natural y el petróleo. El gas contiene, fundamentalmente, metano y etano; pero asimismo también algo de propano y butano. Y el petróleo es una mezcla de alcanos líquidos y otros hidrocarburos, contiene una gran variedad de hidrocarburos saturados; y sus productos como la gasolina, el aceite combustible, los aceites lubricantes y la parafina consisten, primordialmente, en mezclas de estos hidrocarburos que varían de los líquidos más ligeros a los sólidos.
Manuel Gómez, profesor del Máster en Petróleo y Gas: Prospección, Transformación y Gestión