Cualquier proyecto de ingeniería del agua requiere de manera casi imprescindible la caracterización del agua de aporte para evaluar los posibles daños a posteriori en nuestra infraestructura con las consecuencias a las que ello deriva.
Uno de los parámetros más importantes es el denominado Índice de Langelier. Este valor paramétrico teórico evalúa el carácter del agua frente a fenómenos de calcificación y/o corrosión en función de la temperatura en instalaciones existentes o de nueva obra.
La determinación de este parámetro es vital para la toma y decisión de medidas preventivas tales como puede ser la instalación de tratamientos previos o la selección de materiales tanto en conducciones como accesorios.
Así por ejemplo si la infraestructura trabaja con un agua incrustante podría paliarse con un proceso de descalcificación pleno, una mezcla de éste caudal con el aporte bruto o incluso un leve tratamiento de ósmosis con remineralización posterior.
Por el contrario para el caso de un agua corrosiva podremos optar por la remineralización, el incremento del pH o el empleo de sales en base molibdato no olvidando nunca en ambos casos el uso final del agua tratada así como la certificación de los químicos empleados.
Los principales daños que implica un agua incrustante son principalmente la reducción de las secciones de paso produciendo una reducción de los caudales de diseño. De igual forma la calcificación fomenta una barrera de resistencia térmica reduciendo considerablemente la transmisión de calor. En el caso de la corrosión no sólo la périda de material y las posteriores picaduras, también la nucleación de sales de hierro principalmente que derivan a tubérculos de corrosión con la consecuente reducción de paso.
El índice de Langelier así como otros valores paramétricos del agua característicos del agua se estudian en el módulo V del Máster de Ingeniería del Agua relacionado con la Desalación y Reutilización del Agua.