Durante los últimos 20 años el término sostenibilidad ha ido invadiendo paulatinamente muchas de las actuaciones en el campo de la ingeniería civil. En el caso del planeamiento urbano es una necesidad acuciante porque más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades y esta tendencia va en aumento. Es necesario investigar e impulsar un desarrollo urbano que implemente factores ambientales, económicos y sociales de forma que la planificación sea integral y no sesgada.
La actual forma de crecimiento es insostenible: la contínua expansión de las ciudades hacia sus límites hace que aumenten las necesidades de transporte y empeora la calidad de vida de los habitantes. O bien pasamos más tiempo en el coche o en un transporte colectivo masificado. Como consecuencia de la masificación las vías se congestionan generando nuevos problemas ambientales.
Frente a ello, una ciudad bien planificada, con una adecuada gestión, logrará ser sostenible si desarrolla sinergias positivas y reduce los impactos.
El ingeniero urbanista muchas veces es el último eslabón que debe responder ante las exigencias políticas o de los promotores para reducir los costes económicos ¿hasta qué punto se puede llegar sin el riesgo de hipotecar el bienestar futuro?
El urbanismo debe tener como objetivo ser sostenible, para generar entornos que no atenten contra el medio ambiente y que permitan la distribución de los servicios urbanos con eficiencia tanto energética como funcional. Debe tratarse de crear espacios en los que podamos vivir mejor.
El urbanismo debe proteger el hábitat y el territorio. No debe ser una máquina apisonadora que convierta el verde en gris y que comprometa la supervivencia de las generaciones futuras. Por ello debe encontrar soluciones en las que se consuma la menor cantidad de recursos y de energía. Debe abogar por utilizar los medios existentes en el entorno, minimizando préstamos tanto de materiales como de especies naturales. Debe ser capaz de incluir medidas que reduzcan la generación de residuos y emisiones contaminantes, no solo en la fase de construcción, sino en la gestión del medio urbano. Debe ser capaz de preveer los recursos económicos necesarios para no comprometer las necesidades futuras.
En definitiva, debe responder en lo posible a las demandas sociales del entorno, construir la ciudad para sus habitantes, no diseñar un modelo experimental que luego resulte inhabitable o segregante. La ciudad debe latir y para ello el creador debe dar vida a cada rincón que proyecte.
Este artículo ha sido aportado por Beatríz Torrejón Tévar, Ingeniera de Caminos, Canales y Puertos por la Univ. Politécnica de Madrid.
Cuenta con una amplia experiencia en ingeniería civil dirigiendo proyectos de carreteras y proyectos de urbanización. He desarrollado su carrera en SERCAL, S.L. y DELFOS PROYECTOS S.L.
Actualmente, Beatriz Torrejón colabora con Eadic impartiendo el curso de Diseño y ejecución de la urbanización. Transformación del terreno para su uso urbano