La expansión imperial de Roma desde el siglo IV a. C., tras varios pactos y cruentas guerras con griegos y cartagineses, llegó a aglutinar en el Imperio Romano como único propietario, la posesión de los más ricos yacimientos del mediterráneo, a partir del 167 a.C.
Desde este momento, la minería europea inicia un dilatado periodo de extraordinaria actividad, lo que generaría la puesta en producción extensiva de numerosos yacimientos minerales, la mayoría localizados en Hispania, la actual Península Ibérica.
Figura 1. Mapa del Imperio Romano en su máxima extensión
Para tener una idea del alcance y envergadura de los trabajos mineros durante la época de dominación del Imperio Romano, podemos poner como ejemplo el caso de la minería aurífera, donde la práctica totalidad de las mineralizaciones hoy conocidas fueron localizadas y explotadas en época romana hasta el límite permitido por la tecnología minera y metalúrgica de este periodo.
Otro hecho que demuestra el gran alcance de la actividad minera romana, es el volumen y extensión de los trabajos de minería realizados durante el dominio romano, de los cuales hoy se conservan muchos restos, desde complejos subterráneos hasta las grandes áreas afectadas por minería a cielo abierto.
La intensa actividad minera romana fue especialmente patente en Hispania, tras la expulsión de los cartagineses (209 a. C.), con explotaciones repartidas por todo el territorio, algunas de gran envergadura como las de Río Tinto (Huelva), Cerro Muriano (Córdoba), Cartagena, Almadén (Ciudad Real) o los yacimiento de oro del noroeste de la Península Ibérica (Las Médulas, León; Teleno, León; Jales, región portuguesa de Trás-os-Montes e Alto Douro; Três Minas, Vila de Pouca de Aguiar, Portugal).
Figura 2. Mapa Distritos Mineros en la Hispania Romana
Figura 3. Las Médulas (León, España)
Figura 4. Complejo romano minero de Três Minas (Portugal)
La minería romana estaba, generalmente, sometida al poder público y a la participación directa del Estado en las grandes explotaciones mineras, pasando éstas a formar parte del ager publicus, término latino para referirse a la tierra pública en la Antigua Roma, normalmente adquirida por medio de la confiscación a los enemigos de Roma. De esta forma, el Estado determinaba los sistemas de gestión y explotación que consideraba más adecuados.
El proceso de control y gestión de forma directa por el Estado fue progresivo. Al principio, las minas estaban a cargo de los gobernadores provinciales.
Hacia el 180 a. de C., la gestión de las explotaciones se empieza a arrendar a publicanos o sociedades de publicanos, es decir, quien obtenía mediante locatio (arrendamiento) alguna delegación jurisdiccional del estado para efectuar la recaudación de tributos del tipo vectigalia (ingresos regulares).
A partir del 27 a.C., con Augusto, la responsabilidad recae directamente en el Senado o el fisco romano, en función de la categoría de las provincias (senatoriales o imperiales), encargándose el control de las explotaciones a la figura de los procurator metallorum, primera autoridad y la mano derecha del Estado Romano (emperador) en las minas (de rango ecuestre (équites) o libertos imperiales, se encargaban de garantizar el control sobre los recursos y su buena gestión).
Al final de la dinastía Julio-Claudia , la mayor parte de las minas de cierta importancia estaban controladas por la administración financiera imperial, la cual decidía los modos de explotación, bien en régimen de arrendamiento a particulares, o bien mediante explotación directa gestionada por el ejército.
La intervención estatal fue la que hizo posible destinar los recursos técnicos y económicos necesarios para acometer, con garantías, unas obras mineras de gran envergadura, y que tenían por objeto satisfacer las crecientes demandas de metales y otros productos minerales de la sociedad romana: oro, plata, cobre, hierro, plomo, estaño, cinabrio, malaquita, hematites, etc.
Figura 6. Complejo romano minero de Três Minas (Portugal)
Otro aspecto importante durante el dominio del Imperio Romano es que esta época fue la piedra angular de los albores o el nacimiento del Derecho Minero. Cabe señalar que, si bien es cierto que no existía un Derecho Minero romano propiamente dicho, el hallazgo a finales del siglo XIX de las Leyes de Vipasca en las minas de Aljustrel (Portugal) es una extraordinaria evidencia de la regulación de la actividad minera, tanto desde el punto de vista técnico y administrativo, como desde el punto de vista económico en su relación con el fisco. La similitud organizativa entre los trabajos de Aljustrel y otras zonas, muestran que la ordenación minera era un hecho habitual; por otra parte, estrictamente necesario para la planificación de las labores.
Además, se aprecia que la tecnología empleada y los criterios de explotación seguidos en los diferentes yacimientos, presentan una gran uniformidad y similitud y una extensión geográfica amplia, lo que demuestra la existencia de unas directrices de ingeniería, por lo que podemos decir que, en la época de dominación romana, asistimos al nacimiento de la ingeniería de minas como disciplina.
Cabe señalar que la realización de los amplios y variados trabajos de explotación minera efectuados bajo la dirección romana, no hubieran sido posibles sin los adecuados conocimientos de ingeniería minera romana (en el más amplio concepto del término) y la supervisión directa de auténticos “ingenieros”, especialmente en las explotaciones de gran envergadura.
Sobre este aspecto científico-tecnológico, apenas nos han llegado referencias históricas, salvo pequeñas referencias de Diodoro , Vituvrio y, sobre todo, Plinio el Viejo, donde, en su obra de historia natural Naturalis historia, se hacen referencias sobre las técnicas de minería romana.
Referencias de imágenes: Hermidia Pascual, G. (30 de diciembre de 2015). “Mapa de distritos mineros en la Hispania Romana”. Más que petroglifos. [masquepetroglifos.blogspot]. Recuperado de: https://masquepetroglifos.blogspot.com/
Autor: José Ramón Noguera Consuegra. Docente del Máster en Minería: Planificación y Gestión de Minas y Operaciones Mineras de EADIC.