Es obvio que debido a la elevada inversión económica que conlleva la ejecución de cualquier tipo de túnel -ya sea carretero o ferroviario-, se deba tener en cuenta siempre, una vez se haya terminado su fase de construcción y se haya hecho entrega del mismo, el concepto tan olvidado en numerosas ocasiones, por muchos ingenieros, del mantenimiento de túneles.
Por tanto, y durante toda la vida útil de un túnel, siempre se debe contar con un óptimo plan de mantenimiento para todas aquellas estructuras que lo conforman. Y es por eso que un buen sistema de mantenimiento de túneles es aquel que nos permite, entre otros factores, prolongar su vida útil más allá de la fijada en un principio, ralentizar su deterioro lógico e ineludible por el paso de los años, detectar con suficiente holgura los fallos que pudieran comprometer su funcionalidad o seguridad, reducir las inversiones en todas sus reparaciones o predecir su comportamiento ante posibles situaciones futuras de incertidumbre.
A raíz de lo dicho anteriormente, y teniendo en cuenta que los problemas más comunes que atañen en general a los túneles son: grietas, filtraciones de agua o deformaciones, el manteamiento de túneles debe emprenderse siempre en sus orígenes con un buen plan de revisiones. Dicho plan de revisiones debe distribuirse, de un modo eficaz y sistematizado, a lo largo de su vida útil teniendo en cuenta diferentes grados de examen para el mismo.
Se deben llevar a cabo revisiones anuales (inspecciones a pie para detectar irregularidades visibles), revisiones a corto-medio plazo -cada 2-4 años- (para inspeccionar detalladamente los elementos importantes) y revisiones a largo plazo -cada 5-6 años. Sin olvidar en ningún caso, y bajo ninguna circunstancia, las revisiones especiales; que se deben llevar a cabo siempre después de incidentes especiales como: filtraciones de agua, incendios, movimientos sísmicos o accidentes.
Manuel Gmez, profesor del Máster en Diseño, Construcción y Mantenimiento de Carreteras