Normalmente se atiende a las emisiones de dióxido de carbono como la principal causa del cambio climático, de hecho lo es, ya que, según los estudios es el responsable del 80% del calentamiento global, pero durante las dos últimas décadas de manera sigilosa ha surgido un nuevo enemigo, el metano, mucho más peligro por su mayor capacidad para atrapar el calor.
Según ha advertido un grupo de científicos en la publicación Enviromental Research Letters, durante 2014 y 2015 la concentración de metano en la atmósfera marcó un pico histórico, alcanzando las 1.834 partes por cada mil millones
Aunque aún no está completamente demostrado, la producción alimentaria podría ser el principal motivo de estos niveles de metano en la atmósfera, puesto que, actualmente esta actividad humana supone un tercio de los más de 500 millones de toneladas de metano que se emiten anualmente.
El reciente informe del Global Carbon Project ha revelado que durante la última década las emisiones de metano no han parado de aumentar, siendo la concentración de este gas en la atmósfera 20 veces mayor que hace tan sólo diez años, una cantidad que el propio ciclo natural no es capaz de absorber.
El problema es bastante grave, dado que si la cantidad de metano en el aire alcanzase las 1.900 partes por cada mil millones, podría minimizar los efectos positivos resultantes de reducir las emisiones de dióxido de carbono.
El 60% de las emisiones tienen que ver con la actividad humana y de este porcentaje la tercera parte tiene relación con las vacas, ovejas y cabras que utilizamos para alimentarnos, también tienen importantes emisiones los arrozales, así como las actividades relacionadas con la gestión de basura, de aguas residuales y la distribución de los combustibles fósiles.
Las emisiones de dióxido de carbono están íntimamente relacionadas con la riqueza, de hecho son los países más desarrollados los que más contribuyen a la contaminación atmosférica. Pero un dato curioso de este informe indica que con el metano esto no ocurre, ya que, más del 60% de las emisiones de este gas provienen de América del Sur, África y el sur de Asia.
El fundamental peligro del metano reside en su alta capacidad para recalentar la atmósfera, pero afortunadamente su duración en la atmósfera se reduce a un período máximo de 10 años, motivo por el que la lucha contra las emisiones de este gas tiene un rápido efecto sobre el clima, según indican los investigadores.
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