Dentro de las actuaciones conservación de carreteras de vías de baja intensidad de tráfico, se encuentran la posibilidad de empleo de las gravaemulsiones, las lechadas bituminosas y tratamientos superficiales mediante riegos con gravillas. Las mismas, junto a otras existentes, constituyen las denominadas técnicas bituminosas en frío, y representan una solución ecoeficiente a la hora de considerar la rehabilitación del firme de carreteras de esta tipología.
En un sentido amplio, puede entenderse por mantenimiento de carreteras, el conjunto de operaciones que se desarrollan a lo largo de la puesta en funcionamiento de una vía tras su apertura al tráfico. La misma, tiene como objetivo prolongar la vida de servicio, reducir los costes totales de transporte de viajeros y mercancías y por último, y no por ello menos importante, intentar que la red de un nivel de servicio homogéneo, de modo que el transporte se pueda desarrollar con unos niveles adecuados de seguridad, confort y eficacia. La falta de una conservación adecuada se traduce necesariamente en un incremento de los costes de explotación, e igualmente, en una disminución de la seguridad de los usuarios. Por tanto, los gastos que una determinada Administración tiene que asumir para desarrollar unas determinadas actuaciones de conservación, se compensarán con los ahorros derivados de costes de explotación, costes de tiempo empleados en viajes, y en costes de accidentes producidos.
El estado de una vía, se empieza a degradar desde el mismo momento de su construcción. Tráfico, agentes climáticos y la propia construcción de la infraestructura, producen desde el primer momento deterioros, los cuales básicamente pueden ser de carácter superficial, incidiendo básicamente en la interacción neumático-pavimento, o de carácter estructural, no ofreciendo las prestaciones deseadas ante la aplicación de las solicitaciones del tráfico.
En función de la gravedad del deterioro en lo relativo a la explotación de la vía, será necesario considerar diversas actuaciones, cuyo objetivo final, es el de recuperar de manera importante el estado que ha ido perdiéndose gradualmente a lo largo del tiempo.
La elección de la actuación más adecuada para el mantenimiento de carreteras, obedecerá a diversos criterios, en los que merece mencionar, tráfico, disponibilidad de materiales, tipología de la sección estructural existente, y lo que parece más importante para la red de vías de baja intensidad de tráfico, debido a su basta longitud respecto a la red total, la asignación presupuestaria. Todo ello, debe responder a una estrategia previamente planificada, para asegurar el éxito de la inversión realizada. Por lo tanto, este tipo de actuaciones, debe obedecer a un plan sistemático y periódico, y dotarse de recursos necesarios para ello, así como la elección de las soluciones más eficientes.
Dentro de las actuaciones de rehabilitación de firmes de baja intensidad de tráfico, se encuentran las gravaemulsiones, lechadas bituminosas y tratamientos superficiales mediante riegos con gravillas. Las mismas, junto a otras existentes, constituyen las denominadas técnicas bituminosas en frío, debido a que las tres tienen como elemento común el empleo dentro de su composición de la emulsión bituminosa.
El empleo de la emulsión bituminosa en mezclas en frío (al margen de la principal aplicación de las emulsiones como unidad de obra, que es la de garantizar la correcta adherencia entre capas bituminosas y/o capa bituminosa-capa granular) busca en origen una mejora en la manejabilidad de la mezcla, su posible almacenabilidad y una reducción de las temperaturas de trabajo.
Otra de las cualidades fundamentales de este tipo de mezclas, es su flexibilidad, y adaptación a firmes de limitada resistencia. Es a partir de finales de los 70, cuando se empieza a poner un cuidado especial en el diseño, proyecto, ejecución y conservación de este tipo de vías, quizá por la preocupación ante el abandono presupuestario de este tipo de vías en favor de carreteras con mayores tráficos.
Así pues, parece que, anteriormente, el patrimonio viario existente de baja intensidad de tráfico (que en su momento pudieron tener una mayor funcionalidad), podría calificarse de heterogéneo, en el sentido más amplio de la palabra, sin por ello restar méritos merecidos a aquellos ingenieros, técnicos y operarios que abordaron en su momento la construcción de las mismas, con medios evidentemente, mucho más rudimentarios que los actuales.
Francisco José Lucas Ochoa, profesor del Máster en Diseño, Construcción y Mantenimiento de Carreteras