El escenario actual indica que la alta producción de petróleo que ha tenido lugar en los últimos años, unido a una baja en su demanda y a una competencia atroz de otras tecnologías, se ha traducido en mundo inundado de crudo, produciendo desde junio del 2014 una bajada de su precio de casi el 70%, mientras tanto, los productores bombean dos millones de barriles diarios más de los que se necesitan. Y por ejemplo, los productores de Rusia, Brasil y Noruega bombearon más petróleo en 2015 de lo que habían previsto los expertos.
Pero a medida que el exceso de producción de petróleo ha empujado el precio a sus valores mínimos en una década, la caída de la inversión en países productores de petróleo como Venezuela y Rusia y en empresas como Exxon Mobil y Royal Dutch Shell ha traído como consecuencia una menor producción de barriles.
Este año 2016, las inversiones en exploración y producción de petróleo mundial caerán a 180.000 millones de dólares, una caída del 20%, según Rystad Energy (consultora energética noruega). Y actualmente desde que empezó el año el barril de petróleo se está moviendo entre 36 y 38 dólares por barril, lo que se supone si no llega hasta los 50 dólares por barril, bastante optimista a juicio de los expertos, que las inversiones vuelvan a caer otro 20% durante el año 2017. Esta sería la primera vez en 30 años que la industria registrara tres años consecutivos de caídas de la inversión total, según la Agencia Internacional de la Energía.
La caída de los precios ha llevado a las compañías petroleras a recortar profundamente sus presupuestos de inversión. Las estadounidenses Chevron y ConocoPhillips recortarán sus gastos de capital este año alrededor de un 15%. Productores europeos como BP y Total también han anunciado grandes recortes. Tudor, Pickering & Holt, un banco de inversión centrado en energía, ha contabilizado 150 proyectos que se han retrasado, lo que supone el aplazamiento indefinido de unos 13 millones de barriles diarios, eso equivale al 15% de la producción total mundial. En países como Venezuela, México, Nigeria y Argelia, los productores están posponiendo proyectos que son necesarios para compensar el agotamiento natural que los yacimientos sufren con el tiempo.
Y todavía para complicar el contexto, podemos decir que la mayoría de la producción de petróleo pospuesto viene de proyectos de mucha dificultad técnica y económica, como corresponde a proyectos de explotación de depósitos de arenas bituminosas en Canadá, donde la extracción de crudo es particularmente cara o complicados proyectos de aguas profundas en el Golfo de México y África y otros en el Ártico, que también han sido retrasados. Y si nos atenemos a la falta de mantenimiento de los pozos en explotación, se puede decir que la tasa media de declive que mide la velocidad a la que cae la producción de un pozo sin mantenimiento o una nueva perforación, oscila generalmente entre el 3% y el 4% anual. Esta tasa se ha casi duplicado en 2015, según Miswin Mahesh, analista de petróleo de Barclays.
El mercado del petróleo se encuentra en la zona muerta», dijo Michael Hulme, director del Carmignac Commodities Fund, que gestiona 460 millones de dólares. «Esto es para lo que sirven las zonas muertas: para aniquilar la oferta y establecer escenarios para la recuperación de los precios de los sobrevivientes».
Escenario a corto plazo
Pero esta disminución de la producción de petróleo podría generar lo contrario, una escasez de petróleo y una mayor predisposición a pagar más para conseguirlo. Y aunque parezca paradójico la industria petrolera contempla un nuevo problema… “que el exceso de oferta podría provocar la escasez de petróleo”:
«Se está formando un gran vacío en la inversión de la industria petrolera», dijo recientemente a la prensa Claudio Descalzi, director ejecutivo de la energética italiana Eni. «En dos o tres años esto va a generar un desequilibrio entre la oferta y la demanda que va empujará los precios al alza».
«El escenario está listo para que se produzca una crisis de suministro» más adelante, dijo Mahesh., consejero delegado de Qatar Petroleum. «El suministro de los campos existentes caerá y los nuevos proyectos no estarán listos para reemplazarlos.
Para satisfacer el crecimiento esperado de la demanda, la industria petrolera necesita reemplazar 34.000 millones de barriles de crudo por año, según Rystad. Las previsiones hechas en 2015 sólo representan ocho mil millones de barriles, según asegura la firma.
Barclays estima que el Brent alcanzará 85 dólares por barril en 2020, mientras que otros ven un potencial de aumento mayor. «Es posible prever que los precios se disparen entre 30 y 100 dólares con bastante rapidez», dijo Iain Reid, jefe de petróleo y gas del banco Macquarie.
Dada la necesidad de usar grandes equipos de perforación y plataformas en lugares remotos, desde el Delta de Nigeria hasta el Mar del Norte, la industria del petróleo fue tradicionalmente lenta para reabrir los grifos. Pero la revolución del esquisto (Shale Gas) cambió todo esto al hacer posible que las nuevas tecnologías agilicen la nueva producción, lo que conlleva un abaratamiento en su explotación.
Esta situación podría marcar el comienzo de un ciclo que es familiar para otras materias primas como el oro y el cobre, un ciclo en el que el derrumbe de precios provocado por el exceso de oferta lleva a recortes de inversión que terminan ahogando la oferta y empujando los precios al alza, lo cual sienta las bases para una nueva expansión y futuras sobreofertas. Las mineras han pasado por este ciclo varias veces. Entre mediados y finales de la década de 1990, la disminución de los presupuestos de inversión y exploración llevó a una caída en el suministro de muchos metales a finales de la última década. Esto contribuyó a una fuerte alza del precio de muchos metales en ese momento, lo que a su vez llevó a la apertura de nuevas minas que luego volvieron a inundar el mercado.
Escenario alternativo
Pero también existen escenarios alternativos en las dudas si la actual política de producción de petróleo es bueno para coyunturas actuales y futuras. Los interrogantes sobre si aumentaran los precios de los crudos se deben a la ralentización de la economía China, en los últimos meses, los datos sobre la debilidad de ese crecimiento generaron preocupación por la salud de segundo mayor consumidor de petróleo del mundo.
La producción estadounidense de petróleo de esquisto podría seguir siendo fuerte. En el último año, después de haber alcanzado un pico en 9,6 millones de barriles diarios, esa producción se estabilizó en alrededor de 9,1 millones de barriles.
La AIE (Administración de Información de Energía, EEUU, en inglés EIA) prevé un aumento de no más de 80 dólares por barril en 2020, en parte debido a que la producción de esquisto (Shale Gas) podría satisfacer con bastante rapidez la nueva demanda.
Podemos concluir diciendo que la producción de petróleo seguirá siendo esencial para el abastecimiento energético mundial y para la obtención de materias primas sintéticas, y sólo una revolución tecnológica entorno a otros vectores energéticos o un alcance de una eficiencia adecuada para grandes consumos de las llamadas energías renovables, podrían poner en peligro su hegemonía, algo que en las próximas dos décadas no veremos.
Juan Ignacio Blanco, profesor del Máster en Petróleo y Gas: Prospección, Transformación y Gestión