Tenemos el placer de disfrutar del primer artículo de Manuel Corredoira Santos… En su primer “debut” nos sorprende con una entrada que da mucho que pensar y lleva a una gran reflexión que queremos compartir contigo… ¡Damos la gran bienvenida a Manuel!
Además de un gran seguidor y amigo, es Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad de A Coruña y Máster en Prevención de Riesgos Laborales en la Universidad Internacional de La Rioja. Sin más preámbulos…
Quiero, antes de nada, agradecer a Eadic la gran oportunidad de poder expresar mi opinión sobre una de las inquietudes que ha surgido a lo largo de mi vida universitaria como ingeniero y que, he podido culminar a través de la realización del proyecto fin de carrera enfocándolo sobre el tema que hoy abordo.
El escribir aquí fue una casualidad pero me parece una bonita experiencia el poder compartir opiniones con el resto de ingenieros que participan en este blog, algo que seguro pueda enriquecer mi formación para un futuro próximo.
El tema que a continuación trato tiene que ver con el puerto y la ciudad, dos realidades tan juntas en espacio y, a la vez, tan distantes en su conjunto crecimiento, situación que parece cambiar poco a poco estos últimos años.
Parece claro que los puertos, a través del desarrollo del comercio a nivel internacional, constituyen un elemento primordial para la economía de aquellos países costeros en el escenario actual de globalización.
Se ha propiciado un intercambio de mercancías entre los distintos países productores y receptores de las mismas, algo que ha ido generando una evolución en los medios y sistemas de transporte para agilizar todos estos procesos y que, a la vez, supongan una mejor inversión económica y mayor seguridad. Y es que, como se ha señalado, una gran parte del volumen de estas mercancías son exclusivas del transporte marítimo, luego por consiguiente, la construcción de unos puertos eficientes, es algo que no se puede negociar.
El establecer estrategias de desarrollo portuario que permita poder llevar a cabo las demandas exigidas por el comercio es algo que no se discute, no obstante si debe serlo la planificación y realización del mismo. Y con esto último me refiero a que, en muchos casos, la construcción de un puerto se ve influenciada por la ciudad y, por supuesto, también en sentido contrario, donde el puerto permite la expansión del núcleo urbano asociado. Todo esto siempre ha estado sujeto a numerosos conflictos, especialmente los derivados de la ocupación del espacio que ciudad y puerto demandan para su extensión.
Los espacios portuarios se presentan como una excelente oportunidad por la posibilidad de constituir amplios espacios abiertos dedicados al ciudadano, nuevas zonas de esparcimiento recreativas y lúdicas que permitan disfrutar del entorno.
La ciudad portuaria, como tal, asume en si misma una peor calidad de vida derivada de todas las actividades que en el puerto se realizan y de la cantidad de residuos vertidos.
Ante esta situación, el puerto debe recuperar su prestigio con los ciudadanos y proponer una nueva relación urbanística aprovechando esas largas extensiones de hormigón para nuevas zonas verdes, o acabará por perder todo su crédito social. Y es que, tal como señalaba Jacinto Parga, presidente del consejo de administración de “Portos de Galicia” entre 2007 y 2009, “los puertos no pueden ser solo polígonos industriales al lado del mar”.
Nada más lejos de la realidad, es cierto que el puerto es un elemento primordial en la cadena económica de la ciudad pero, además, es una realidad con importantes efectos sobre la vida de una ciudad. Es decir, el puerto es un espacio urbano, un espacio litoral, un punto de conexión intermodal, un espacio de almacén y desarrollo industrial y, por supuesto, un elemento paisajístico.
La presencia del puerto en el desarrollo comercial ha influido en gran manera en la supervivencia de la ciudad en la que se halla, pero también ha sido una realidad externa a la propia ciudad lo que suscita tener que establecer unas necesarias relaciones entre ambos. Y la situación parece clara, o es el puerto el que se adapta y rinde algún tipo de beneficio extra a la población o los ciudadanos optarán por irse a otras zonas donde el impacto negativo sea menor para ellos.
Respecto a temática legal solo un par de pinceladas. El uso portuario y cesión de usos entre puerto y ciudad debe ser regulado por ambos de mutuo acuerdo. Existe un alto número de variedad legislativa entorno a estos aspectos de desarrollo y limitaciones del acondicionamiento del puerto en el espacio urbano, según distintos países.
En España, de acuerdo con la Ley 27/1992 de Puertos del Estado, los Planes y cualquier otro Instrumento general de ordenación urbana, deberán clasificar a la zona de servicio de los puertos estatales, como sistema general portuario.
Por otra parte, de acuerdo con este texto legal, en caso de querer establecer unos cambios de carácter urbanístico dentro de los usos portuarios establecidos, se deberá acometer la redacción de un Plan Especial que desarrolle cada actuación en los mismos. El Plan debería complementarse con un acuerdo Puerto – Ciudad, en el que se fijen las condiciones de la planificación y desarrollo del contenido del Plan, y los compromisos asumidos por uno y otro organismo.
Como ideas de carácter general, el diseño urbanístico incluirá aspectos tales como regeneración de playas, paseos marítimos, parques de recreo, áreas de mercado y ferias, edificios de carácter social o turístico…
Todo ello dependerá de las características, amplitud y situación del espacio a considerar y de las necesidades prioritarias de equipamiento urbano.
Durante las últimas décadas se han ido llevando a cabo actuaciones en los bordes litorales portuarios en una gran cantidad de ciudades, destacando ciudades como Nueva York, Baltimore, Barcelona, Montevideo o, ya a menor escala, el caso del puerto de Gijón, con estupendos resultados y soluciones muy bien recibidas por el ciudadano.
En definitiva, una nueva concepción de las relaciones entre puerto y ciudad tendrá que tener en cuenta que:
– Se habrán de eliminar las contaminaciones derivadas de las actuaciones portuarias: contaminación medioambiental, ruidos…
– Potenciar la urbanización y creación de nuevas zonas de paseo y de recreo en aquellos espacios portuarios obsoletos o invadidos de una manera irregular y dañina por la ciudad.
– Facilitar la accesibilidad al puerto.
– Mantenimiento de aquellos edificios de carácter histórico que cuenten con la aprobación de la masa social ciudadana.
En la siguiente publicación, Manuel, nos hablará sobre su Estudio del Ejemplo concreto en el Litoral Gallego; El Puerto de Ribeira… “Aparcamiento subterráneo y humanización en el entorno del puerto de Ribeira” ¡No te lo pierdas!
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