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Toggle1. Grieta
Los edificios estructuralmente enfermos nos hablan; expresan sus problemas por medio de roturas o daños, entre los que se encuentran las panzas, desplomes, desniveles, cejas, abombamientos, etc., pero sin duda, aquellos que mejor manifiestan sus procesos patológicos son las grietas.
Por tanto, debemos saber interpretarlas adecuadamente, ya que las grietas son el reflejo palpable de un problema más profundo en la estructura.
Si somos capaces de entender lo que nos quieren comunicar, podremos localizar la causa primera del daño para así repararlo, y si fuera posible, incluso prevenir que pueda volver a reproducirse.
De ahí que, a partir del análisis de la forma y posición de las grietas podremos comprender los movimientos que ha sufrido la estructura, llegando así a un diagnóstico sobre el origen del problema.
Lo primero que necesitamos saber es dónde debemos buscar la aparición de grietas.
En este sentido, los elementos más rígidos y los menos resistentes serán normalmente los primeros en manifestarlas, como pueden:
- Ser los tabiques.
- Las de apertura de huecos (puertas y ventanas).
- Las zonas de contacto entre tabiques.
- Las uniones entre tabiques y pilares.
Si por el contrario, las grietas las encontramos directamente en los propios elementos estructurales, como pilares o vigas, estamos ante grietas peligrosas, aunque sean poco aparatosas.
En este caso va a ser necesario tomar medidas preventivas de seguridad, como el apuntalamiento urgente del edificio, y en función de la inmediatez de dicho riesgo, el desalojo inmediato del edificio, si existe peligro inminente.
Una vez localizadas las grietas, hemos de proceder a su análisis morfológico. Para ello debemos analizarlas como si de un vector se tratasen: forma, posición, velocidad de propagación, grado de abertura, etc.
– Forma de aparición
En general podemos clasificar la forma en la que suelen aparecer las grietas en tres tipos:
- Grietas aisladas.
- En familia.
- En redes.
En contra del parecer general, las primeras suelen ser las más peligrosas, mientras que las últimas responden a fenómenos muy superficiales y suelen ser las menos peligrosas.
– Forma de la grieta
Decíamos que las grietas se analizan como si de un vector se tratase, por lo que debemos estudiar: su origen o lugar donde se inicia la grieta; la dirección, cuya inclinación puede ayudarnos a determinar las tensiones internas que la han ocasionado; y el sentido de su propagación.
– Lugar de aparición
El lugar donde aparece una grieta es clave de cara a localizar el lugar en donde se encuentra el origen del problema.
Por ejemplo, en el caso de que nos encontremos ante grietas parabólicas o curvadas, veremos que si trazamos perpendiculares a las mismas, se dirigen o apuntan hacia el lugar en el que se encuentra el problema estructural.
– Actividad
Las grietas pueden haberse estabilizado y por ende dejado de crecer, o por el contrario, pueden continuar activas, es decir, en crecimiento. En este segundo caso debemos actuar de carácter urgente.
– Agresividad
Nos indica si la grieta se ha producido lentamente, de manera moderada y paulatina, recorriendo la grieta las juntas de los morteros o de forma brusca e instantánea; mostrándose violenta, rompiendo los ladrillos o bloques, con desgarros o grietas próximas y paralelas.
– Estudios de los bordes
Los bordes de la grieta pueden quedar separados limpiamente y sin descantillamientos, reflejando que está relajada.
En otros casos, es posible que después de producirse la rotura, determinados puntos de la grieta estén fuertemente tensionados y puedan mostrar reventones con esquirlas desprendidas. En esta situación pueden seguir desarrollándose movimientos en el futuro.
– Estudios de los semiplanos
Después de la rotura, los dos semiplanos que se forman a cada lado de la grieta pueden permanecer coplanarios, o uno quedar más exterior o girado respecto del otro.
Si esto ocurre, es obvio que ha habido un giro descontrolado en algún elemento estructural.
2. Conclusión
En suma, recordemos que al inspeccionar una grieta, además de ver su abertura, dirección, lugar donde aparece y su actividad; debemos observar los posibles desplazamientos y la continuidad de las hiladas, los desplazamientos de los dos semiplanos en que queda dividida la superficie como consecuencia de la rotura.
Así como fijarnos minuciosamente como quedan los bordes o labios de la fisura, y si en ella se producen vacíos, roces, aplastamientos y descantillamientos o destrozos locales; puesto que estos son los signos que usa un edificio con daños estructurales para comunicarse con nosotros.
Autor: Eduardo Martín del Toro, docente del Máster en Patología, Rehabilitación de Estructuras y Eficiencia y Ahorro Energético en Edificación