Una semana más escribimos gustosos en el espacio que nos brindan nuestros amigos de Eadic en su dinámico blog. En esta ocasión la entrada deja de lado los tecnicismos habituales de otros artículos y se centra en la nostalgia hablando de dos singulares hitos de la ingeniería de principios del siglo pasado que han caído en el olvido. Esta vez el post es aportación de Alba García-Duarte, arquitecto técnico integrante del equipo de IDEYA INGENIEROS, que nos presenta las particularidades del viaducto de los quince ojos.
¡Esperamos que os guste y hasta la semana que viene!
Pese a que el ser humano gusta, e incluso presume, de tener muchos recuerdos la realidad es que tenemos una memoria frágil, vivimos inmersos en la rutina de nuestro día a día y muchas veces pasa desapercibido ante nosotros como las ciudades cambian rápidamente y continuamente su fisonomía mientras que nosotros, observadores de cuerpo presente, permanecemos ajenos. El movimiento que transcurre sin cesar y el rápido ritmo en el que estamos sumergidos, nos hacen olvidar y pasar de largo ciertos elementos que en el momento de su construcción fueron verdaderos hitos, pero que con el discurrir de la cotidianidad hemos literalmente enterrado.
Como ejemplo del movimiento continuo que bate las ciudades y las hace permanecer en continuo y silencioso cambio, la entrada de esta semana está dedicada a dos singulares estructuras que si bien a día de hoy permanecen en pie, lo hacen de modo invisible para quien a diario hace uso de las mismas. Se trata del viaducto del Aire y el Viaducto de los Quince ojos, ambos diseñados por el gran Eduardo Torroja, precursor de métodos y diseños novedosos de su época y perfectamente válidos en el presente siglo XXI.
Ambos viaductos se encuentran en Ciudad Universitaria (Madrid). El viaducto del Aire realizado en el año 1935 consta de dos arcos gemelos de 36 metros de luz y 18 metros de altura, sobre los que apoyaba la palizada que a su vez sostiene el tablero, el motivo principal de su construcción era albergar el trazado del tranvía.
Fotografía de 1935 en primer plano imagen Viaducto del Aire y al fondo de la imagen El Viaducto de los quince ojos ambos diseñados por Eduardo Torroja.
Este viaducto permanece en uso hasta principio de los años 70 cuando las necesidades de explanación en la zona implican el relleno que salva el viaducto del Aire. Es entonces cuando de modo progresivo y comienza a ser enterrado.
Viaducto del Aire parcialmente enterrado
Llegada la época de la transición con el traslado de la Presidencia de Gobierno al complejo de Moncloa y la ampliación del mismo el viaducto termina por ser completamente enterrado, si bien su tablero queda como un vial más del complejo y sobre el cual actualmente se sigue transitando, aunque imaginamos que pocos serán los funcionarios que transiten por el en su día a día y que recuerde aquel viaducto que seguramente vieron en su época de estudiantes en alguna de las Facultades de Ciudad Universitaria.
Actualmente soterrado, junto al viaducto de Torroja se encuentra el búnker acorazado del complejo de Moncloa en lo que era el antiguo valle del arroyo.
Por otro lado tenemos el Viaducto de los quince ojos que se realizó entre 1929-1933, es una estructura que se eleva sobre el arroyo cantarranas (Ciudad Universitaria), tiene una luz de 130 metros y 35 metros de anchura, construido como soporte del tráfico rodado de la carretera de La Coruña. Diariamente son miles los vehículos que transitan sobre esta veterana estructura completamente ajenos a ello. Aunque actualmente el viaducto de los Quince ojos mantiene intacta su función con el paso del tiempo la altura de sus arcos ha quedado reducida debido a la subida de la cota del terreno y la mayoría de sus ojos han sido tapiados, quedando solo visibles dos de sus “ojos” para el paso de vehículos, los otros arcos han dado lugar a nuevos habitáculos con diferentes usos distribuidos del siguiente modo: tres ocupados por la Universidad complutense de Madrid, nueve por el Ministerio de Fomento y el ultimo por el Ayuntamiento de Madrid.
Vista actual de numerosos “ojos” del veterano viaducto
A modo de reflexión recomendamos hacer memoria y fijamos con interés y detalle en nuestros desplazamientos del día a día, seguramente podamos comprobar como nuestras ciudades cambian muchas veces sin que quien las habitan hagan cuenta de ello.
Alba García-Duarte (IDEYA)